Dijo que en la vida de todo hombre se da la constante de tres amores: el platónico, que viene a ser un recuerdo o la nostalgia de una mujer a la que se ama pero a la que es imposible acceder por diversas circunstancias, El fáctico, que es el amor adecuado, el que se debe prolongar a lo largo de la vida, o sea, alguien con quien seas capaz de convivir, con quien puedas formar una familia aunque falte ese otro aliciente fantástico del sexo por instinto y del celo por hacerlo todo en común. Y el carnal, de cuyo provecho libidinoso y agotador se nutren los cuerpos sin esperar otra cosa distinta, hasta que el deseo se agote.
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