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sábado, 15 de mayo de 2010

Milenka



Ayer soñé contigo. Ya no recuerdo en detalle qué pasaba, sólo sé que nos incluíamos constantemente uno dentro del otro, yo era tú, tú eras yo. Por fin empezaste a arder, no sé cómo. Recordando que el fuego se apaga con ropas tomé un viejo abrigo y te golpeé con él. Pero nuevamente empezaron las trasmutaciones, hasta el punto de que no estabas allí, era yo en cambio el que ardía, y también era yo el que golpeaba con el abrigo. Pero los golpes no lograban nada y sólo confirmaban mi antigua duda de que con eso no es posible apagar un fuego. Mientras tanto habían llegado los bomberos, y de algún modo te salvaron. Pero eras distinta de antes, espectral, como dibujada con tiza en la tiniebla, y caíste, sin vida o quzá solamente desmayada de alegría porque te habían salvado, en mis brazos. Pero también aquí obraba la inseguridad de la trasmutación, quizá fui yo quien cayó en brazos de alguien.

lunes, 10 de mayo de 2010

La Dama del Alba.


Entonces, ¿por qué me condenas sin conocerme bien? ¿Por qué no haces un pequeño esfuerzo para comprenderme? También yo quisiera adornarme con rosas como las campesinas, vivir entre niños felices y tener un hombre hermoso a quien amar. Pero cuando voy a cortar las rosas todo el jardín se me hiela. Cuando los niños juegan conmigo tengo que volver la cabeza por miedo a que se me queden fríos al tocarlos. Y en cuanto a los hombres, ¿de qué me sirve que los más hermosos me busquen a caballo, si al besarlos siento que sus brazos inútiles me resbalan sin fuerza en la cintura?

¿Comprendes ahora lo amargo de mi destino? Presenciar todos los dolores sin poder llorar... Tener todos los sentimientos de una mujer sin poder usar ninguno... ¡Y estar condenada a matar siempre, siempre, sin poder nunca morir!

viernes, 7 de mayo de 2010

Cartas a Milena.




Por otra parte, es inútil devanarse los sesos con estas cosas. Es como si uno se esforzara por volcar un solo caldero en el infierno, primero no se puede, y luego, si se consigue, uno se quema en la masa candente que se derrama, mientras el infierno sigue existiendo con todo su esplendor inconmovible.