Vistas de página en total

domingo, 21 de noviembre de 2010



Me da miedo la enormidad donde nadie oye mi voz.

martes, 19 de octubre de 2010

A cualquier otra parte.

Hoy va a ser un día como cualquier otro: saldrá el sol o, tal vez, no. Algunos saldrán a la calle a disfrutar de este insignificante domingo; otros, permanecerán en casa, encerrados entre cuatro paredes, pensando acerca de absurdeces que sólo los humanos son capaces de pensar. Va a ser un día más en nuestras vidas. Un día que llegará y pasará. Nadie pensará en él dentro de unas semanas.
Pero yo quiero que tú recuerdes este día como el día en que morí para acabar con la rutina. Prefiero no pensar que va a ser mi último día, porque es triste recordar un domingo soleado -o no-, como el día en que morí; por tanto, no voy a actuar diferente. Cuando nos veamos, no te voy a besar con más ganas. Apoyaré, como siempre, mi cabeza sobre tu pecho, para escuchar por última vez, sin que lo sepas, tu corazón. Después, acariciaré tu nariz y te besaré delicadamente, para más tarde, mirándote fíjamente a los ojos, sonreír y jurar quererte sobre todas las cosas; pero, tal vez te mienta un poco. Y con esa frase, cargada de verdad, dolor, rabia y mentira, me iré de tu vida para siempre. No tengo miedo. Quizás, lo que más me entristezca es saber que algunos días me echarás de menos, especialmente los días pares, y también cuando llueva. Pero no importa; yo quiero esto: que me pienses, que me extrañes y que te duela. Que nunca olvides este día. Que lo recuerdes como el día en que mi corazón, o los pedazos que dejaste de él, reunió las fuerzas suficientes para dejarte por todo el daño causado. Es probable que esta carta te haga querer odiarme, pero me quieres tanto que serás incapaz de hacerlo; y eso, créeme, me tranquiliza.

lunes, 11 de octubre de 2010

Donde el corazón te lleve.

Cuando tú también experimentes el amor por primera vez, entenderás qué variados y cómicos pueden ser sus efectos. Mientras no estás enamorada, mientras tu corazón es libre y tu mirada no es de nadie, entre todos los hombres que podrían interesarte ni uno solo se digna a prestarte atención; después, en el momento en que te sientes atrapada por una única persona y no te importan los demás absolutamente nada, todos te persiguen, pronuncian dulces palabras, te galantean. Es el efecto de las ventanas que antes te mencioné: cuando están abiertas, el cuerpo da al alma una gran luz e igualmente el alma al cuerpo, con un sistema de espejos que se iluminan entre sí. En breve se forma a tu alrededor una especie de halo dorado y cálido, y ese halo atrae a los hombres como la miel atrae a los osos.

Donde el corazón te lleve.

Pero ¿ves?, en realidad las cosas nunca son tan simples, nunca son blancas o negras, cada tinte lleva consigo muchos matices diferentes.

lunes, 4 de octubre de 2010

Sin corteza.

Cuando el insomnio te visita y el estómago te advierte de que, quizás, aquellas espinacas no fueron suficientes; cuando los basureros dejan tu calle llena de mierda; cuando, acostada, las ideas se agolpan en tu cabeza, y crees que tus dedos podrían deslizarse a tientas por un teclado expresando cómo te sientes; cuando tienes frío y hace calor; cuando todos duermen y tu les envidias; cuando te das cuenta de que tu vida no es como la imaginaste; cuando te sientes perdida ante tantos caminos; cuando le echas de menos y quieres tocarle; cuando quieres tenerlo todo tan claro que lo único que haces es confundirte; cuando piensas "esta mortadela está jodidamente salada"; cuando el tiempo pasa y todo te parece tan inútil...; cuando ser universitario no mola tanto como decían; cuando encima de tu mesa hay una caja de cartón, un sujetador azul y un libro; cuando nunca es suficiente, pero siempre es demasiado; cuando todo lo que haces está mal; cuando crees que algo no es justo que te ocurra; cuando creen que pasas de todo, pero la única realidad es que todo te importa demasiado; cuando estás tan lejos de cualquier cosa y la extrañas, lo único que te queda pensar es que tal vez mañana no tengas insomnio, ni hambre, ni tu mortadela esté salada; ni le eches de menos y puedas tocarle, mientras le das el último bocado a tu sandwich sin corteza.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Recitando a Petrarca.

Dijo que en la vida de todo hombre se da la constante de tres amores: el platónico, que viene a ser un recuerdo o la nostalgia de una mujer a la que se ama pero a la que es imposible acceder por diversas circunstancias, El fáctico, que es el amor adecuado, el que se debe prolongar a lo largo de la vida, o sea, alguien con quien seas capaz de convivir, con quien puedas formar una familia aunque falte ese otro aliciente fantástico del sexo por instinto y del celo por hacerlo todo en común. Y el carnal, de cuyo provecho libidinoso y agotador se nutren los cuerpos sin esperar otra cosa distinta, hasta que el deseo se agote.

0:07

Son las 0:07 del 30 de septiembre. He abierto mi blog tras varios meses de ausencia y he clickado en la opción "nueva entrada" como si tuviese algo relevante que revelar. Pero la verdad es que no. Lo único importante -o que yo estime relevante para el lector- es que mis ovarios demandan chocolate a todas horas. Bueno, mis ovarios no, yo misma, en sí y en mí, con ovarios y sin ellos, pero a causa de los mismos. Y como consecuencia, no sé cuántas barritas de Kit-Kat me habré podido tomar ya.
Y de esta forma, con la lengua chocolateada y los dedos, quizás, aún pringosos, desde mi céntrico piso de universitaria, bajo la ventana de cuya habitación hay dos borrachos en moto hablando de cosas inteligibles, y a escasos metros alguien barriendo la calle -¿quién cojones barre la calle a estas horas?- con una de esas escobas 'de bruja', que en vez de barrer, remueven la mierda. De esas cuyo flsshh flsshh -ruido que hacen al contacto con el asfalto- no molesta -me han dicho-, me dirijo a todo aquel valiente o valientA, o quizás -quién sabe-, persona con tan poca vida social que visita un blog como este, para decirle que me aburro como una mierda se podría aburrir en una conferencia acerca de la superpoblación en China.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Donde el corazón te lleve.

Si de vez en cuando te parece que hablo tomando distancia, intenta imaginar cómo ha de ser de grande mi dolor, hasta qué punto este dolor carece de palabras. De tal suerte, la distancia es sólo aparente, es el vacío artificial gracias al cual puedo seguir hablando.

viernes, 16 de julio de 2010

Jueves 2:55

Hace calor. Todos duermen. Apenas se oye ruido; quizás caminando por las calles de cualquier casco antiguo puedas escuchar un ronquido saliendo de algún balcón abierto; un televisor encendido de algún insomne aburrido; o cualquier gato maullando por los tejados en busca de compañía, imagino. Pero todos duermen. El que ronca, duerme. El del televisor, seguro que también. Y el gato..., el gato va a dormir gracias a mí como no se calle en cuestión de segundos, pero va a dormir para siempre.

Todos duermen menos yo -y mi incondicional perro y amigo Otto, que me acompaña siempre en mis noches de insomnio y cansancio, y aunque no tenga insomnio y ni cansancio, también-.
No es que no tenga sueño, que lo tengo. No es que no esté cansada, que lo estoy. Así que digamos que..., hmm..., digamos que, bueno, no sé muy bien por qué estoy aquí si tengo sueño y estoy cansada.
Después de horas y horas sirviendo helados, atendiendo a gente tocaovariossangrantes, fregando platos y vasos, y sobre todo SIN SENTARME, no se me ocurre nada más que escribir. Seguro que tengo mucho que decir, porque lo sé. Pero este cansancio me impide expresarme de la manera correcta. "Hazlo de la manera incorrecta" pensará quien lea esto -si es que alguien lo hace-, pues no, no lo voy a hacer, porque la manera incorrecta sería: ME CAGO EN LA PUTA HOSTIA BENDITA YA MIERDA, JODER. Y me parecen palabras muy feas para las cosas tan bonitas que sé escribir, o eso dicen, aunque ahora no me salgan, porque desde hace tiempo no tengo tiempo ni para darme tiempo a mí misma y favorecer la llegada de la inspiración, aunque también dicen que la inspiración llega en el momento menos esperado.., pero dudo que me venga sirviendo un limón granizado a la mesa 9; o poniendo el lavavajillas...; aunque quién sabe... -yo sé que no-.
Así que, odiando a la inspiración que no me viene, y muerta de cansancio y sueño, me despido, a ver si consigo digerir el bocadillo de atún y queso que me comido al volver porque no había cenado nada, me doy una ducha de agua fría, y me acuesto deseando que mañana hayan pasado treinta años después de hoy, que me haya tocado la lotería o simplemente que sea otro día, distinto a hoy pero tan rutinario como siempre. Porque cada día que pasa, es uno menos que queda... para... algo. No sé para qué. Pero eso es lo que dicen, y si lo dicen es por algo...; aunque no todo lo que se diga, por mucha gente que lo diga tiene que ser verdad o convertirse en ella. Pero ese es otro tema a parte, del cual no me apetece hablar hoy..., ni mañana. Creo que nunca me apetecerá tocar ese tema.
Así que, buenas noches.

domingo, 4 de julio de 2010

La sombra del viento.


Y te fuiste en busca de tus sueños, en aquel tren, huyendo de todos nosotros y de ti mismo.

Siempre temí que esos sueños no te iban a dejar nunca ser mío, ni de nadie. Me hubiera gustado verte una última vez, poder mirarte a los ojos y decirte cosas que no sé contarle a una carta.

Ahora ya sé que te he perdido, que lo he perdido todo. Y aun así no puedo dejar que te vayas para siempre y me olvides sin que sepas que no te guardo rencor, que yo lo sabía desde el principio, que sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mí lo que yo en ti.
Quiero que sepas que te quise desde el primer día y que te sigo queriendo, ahora más que nunca, aunque te pese.

Hay tantas cosas que no puedo contarte... Cosas que nunca supimos y que es mejor que no sepas nunca.

No deseo más en el mundo que seas feliz, que a todo lo que aspiras se haga realidad y que, aunque me olvides, con el tiempo, algún día llegues a comprender lo mucho que te quise.

Ojos que no ven.




Dos
puntos que se atraen, no tienen por qué elegir forzosamente la recta. Claro, que es el procedimiento más corto. Pero hay quienes prefieren el infinito.
Las gentes caen unas en brazos de otras sin detallar la aventura. Cuando mucho, avanzan en zigzag.
Pero una vez en la meta corrigen la desviación y se acoplan. Tan brusco amor es un choque, y los que así se afrontan son devueltos al punto de partida por un efecto de culata.
Demasiados proyectiles, su camino al revés los incrusta de nuevo, repasando el cañón, en un cartucho sin pólvora.

De vez en cuando, se apartan de esta regla invariable. Su propósito es francamente lineal, y no carece de rectitud. Misteriosamete, optan por el laberinto. No pueden vivir separados. Esta es su única certeza, y van a perderla buscándose

sábado, 15 de mayo de 2010

Milenka



Ayer soñé contigo. Ya no recuerdo en detalle qué pasaba, sólo sé que nos incluíamos constantemente uno dentro del otro, yo era tú, tú eras yo. Por fin empezaste a arder, no sé cómo. Recordando que el fuego se apaga con ropas tomé un viejo abrigo y te golpeé con él. Pero nuevamente empezaron las trasmutaciones, hasta el punto de que no estabas allí, era yo en cambio el que ardía, y también era yo el que golpeaba con el abrigo. Pero los golpes no lograban nada y sólo confirmaban mi antigua duda de que con eso no es posible apagar un fuego. Mientras tanto habían llegado los bomberos, y de algún modo te salvaron. Pero eras distinta de antes, espectral, como dibujada con tiza en la tiniebla, y caíste, sin vida o quzá solamente desmayada de alegría porque te habían salvado, en mis brazos. Pero también aquí obraba la inseguridad de la trasmutación, quizá fui yo quien cayó en brazos de alguien.

lunes, 10 de mayo de 2010

La Dama del Alba.


Entonces, ¿por qué me condenas sin conocerme bien? ¿Por qué no haces un pequeño esfuerzo para comprenderme? También yo quisiera adornarme con rosas como las campesinas, vivir entre niños felices y tener un hombre hermoso a quien amar. Pero cuando voy a cortar las rosas todo el jardín se me hiela. Cuando los niños juegan conmigo tengo que volver la cabeza por miedo a que se me queden fríos al tocarlos. Y en cuanto a los hombres, ¿de qué me sirve que los más hermosos me busquen a caballo, si al besarlos siento que sus brazos inútiles me resbalan sin fuerza en la cintura?

¿Comprendes ahora lo amargo de mi destino? Presenciar todos los dolores sin poder llorar... Tener todos los sentimientos de una mujer sin poder usar ninguno... ¡Y estar condenada a matar siempre, siempre, sin poder nunca morir!

viernes, 7 de mayo de 2010

Cartas a Milena.




Por otra parte, es inútil devanarse los sesos con estas cosas. Es como si uno se esforzara por volcar un solo caldero en el infierno, primero no se puede, y luego, si se consigue, uno se quema en la masa candente que se derrama, mientras el infierno sigue existiendo con todo su esplendor inconmovible.

miércoles, 28 de abril de 2010

De quién sabe cuándo.

· Pero, ¡Di algo!
- ¿Qué quieres que diga?
· La verdad...
- Te qui...
· No. Dime que no me quieres; que nunca lo hiciste. Que me has olvidado; que te alegras de que yo también lo haya hecho.
- No pued...
· Que era pura diversión; que jamás lo sentiste. Que no te arrepientes.
- Me arrepiento.
· No lo haces. Dime la verdad. Quiero oírla. Y mírame, quiero ver odio en tus ojos.
- Sé que lo hice mal.
· Que me digas la verdad. Que grites que no me quisiste.
- No puedo mentir...

En algún rincón de mi coraza.

...pero cuando no hay una única solución sino que existen varias opciones, nada de lo anterior importa, ni si quiera lo que sientas. Siempre escogeremos la más fácil. La que menos nos complique...
· Es cierto, es mejor recorrer un camino fácil y conocido, que algo desconocido e inseguro. Pero, ¿por qué nunca arriesgamos?
-Somos cobardes por naturaleza. Aunque conozcamos el camino correcto...

lunes, 26 de abril de 2010

Yo no sabía que no tenerte podía ser tan dulce como nombrarte para que vengas, aunque no vengas.

miércoles, 21 de abril de 2010

Fragmentos de insomnio de cualquier noche.

Estás ahí. Callado, ausente, pensando, tal vez. Distante, frío. Con otra vida. Con otros labios. Codeándote con otros brazos y abrazos. Inventándote nombres. Borrando las huellas. Quejándote del frío que hiela tus ideas. En silencio. Sonriendo, siempre. Encendiendo otras pieles. Y buscando.
Me buscas, a veces. Lo noto. A veces vienes, porque sabes que te estoy esperando. Porque de sobra -y por desgracia- sabes que cuando te digo que me voy para siempre, lo único que puedo sentir realmente es que jamás podré irme verdaderamente, y menos para siempre.

Diario de...

No. No preguntes por qué. No esperes una explicación lógica, porque aún no he inventado nada lo suficientemente convincente como para que no creas que estoy loca -aunque sinceramente, que lo pienses o no, que lo creas, o lo afirmes, me deja dormir igualmente-. Tal vez sea una forma de huir de aquí, o de allí. Huir de algún lugar en el que me siento prisionera de mí misma. Sí, quizás sea esa la razón, probablemente quiera huir de mí a ningún otro lugar. Tal vez, porque me gusta la sensación que me provoca el oxigeno penetrando en mis pulmones sin ningún peso que los oprima e impida mi respiración, o tal vez -quién sabe ya a estas alturas-, la deteste. Porque cuando lo hago mi respiración se entrecorta, se oprimen mis pulmones por la posición que adopto. Me voy ahogando lentamente, se me nubla la vista y mi cara se enrojece. A menudo suele salir de mis ojos un liquido amargo y salado -creo que las soléis llamar lágrimas, ¿no?-, pero no sufro porque me evado y olvido. Lo olvido todo, escucha, todo. Me quedo ciega, sorda, muda. No siento. No soy. Desaparezco por unos instantes. Sé de quienes para ellos esto sería morir. Pero yo renazco, ¿sabes? Me lanzo a un vacío que me abraza y acoge. No me culpes de sentirme bien agonizando, porque yo no elegí esto.
Pero por suerte para algunos, comienzo a respirar de nuevo y el mundo va apareciendo otra vez bajo mis pies; y volviendo en mí salgo y te sonrío como si nada hubiera pasado. Y tú, tan ingenuo como siempre, me sonríes, creyendo una vez más que nada ha ocurrido

jueves, 8 de abril de 2010

De no ser esa chica de rojo.



Afuera nada permanece en tranquilidad: los coches circulan, pitan, expulsan humo contaminante. La gente pasea por la calle a la cual da la ventana de esta habitación. Aquella chica de rojo sortea algunos charcos para no ensuciar sus zapatos. Hay a quienes les gusta no evitarlos y meterse dentro, incluso con zapatos nuevos; y me alegro tanto de no ser esa chica de rojo...

No está lloviendo, pero lo ha hecho copiosamente hasta hace unas horas.Esta noche, más bien de madrugada, las gotas repiqueteaban en este tejado de chapa como queriendo marcar el tiempo. Mi tiempo. El tiempo que pasaría buscándote. Repiqueteaban mientras yo te buscaba en sueños, o quizás, realmente te buscaba. Repiqueteaban marcando el ritmo de mi corazón y, sinceramente, me latía demasiado deprisa. Tenía algo de miedo y frío, porque todo estaba oscuro y yo andaba bajo la lluvia caminando como una autoestopista perdida sobre el arcén de una carretera, tal vez, demasiado peligrosa.

Tenía una respiración entrecortada que contrastaba con el ritmo que marcaban las gotas de agua. Mi respiración iba a destiempo y era incapaz de seguir el compás de la lluvia.Estaba siendo incapaz de seguir tu ritmo. Y el tiempo pasaba. Al igual que la lluvia lo hacía sobre el suelo, mis dedos querían repiquetear sobre tu espalda, querían ser ellos los que marcasen el tiempo. Pero antes tenía que encontrarte. Querían robarle el protagonismo a la lluvia y, verdaderamente, yo lo estaba deseando. Quería ser yo la que marcase mi tiempo. Sin prisas, sin pausas. Sin latidos acelerados, ni respiraciones entrecortadas. Quería recorrer tu espalda lentamente, burlando todos los ritmos existentes, creando mi propio ritmo. Quería, sobre ella, dibujar paisajes. Crear charcos en los que perderme. Querían mis dedos ascender a tu cuello y provocar una brisa con ayuda de mi aliento. Pero el tiempo pasaba y yo tenía que encontrarte.

Simplemente me limitaba a avanzar lentamente por aquella carretera. A veces, pasaban algunos coches tan deprisa que era incapaz de seguirlos con la mirada porque se perdían rápidamente en el horizonte infinito. Aquella carretera eras tú, y aquellos coches no eran sino los rostros anónimos, los besos vacíos de aquellos en los que que buscamos cierto calor cualquier noche de invierno cuando por nuestras venas discurre más cerveza que sangre; y yo me sentía tan orgullosa de caminar despacio...

Pisaba fuerte para dejar huella. Detrás de mí iba dejando la marca de las suelas de mis zapatos nuevos porque no había dejado sin pisar ni un sólo charco de los que me había encontrado, pueshay a quienes les gusta no evitarlos y meterse dentro, incluso con zapatos nuevos; y me alegro tanto de no ser esa chica de rojo...



sábado, 3 de abril de 2010




Hay noches en que disecciono los pensamientos como si fuesen una rana panza arriba. Les miro a las ojos y me río.
La vida es un teatro. La anemia me está pasando factura en cansancio y siento la combusitón interna. Pero el tiempo pasa. Aunque todo siga igual, él pasa. Aunque las aceras sean grises como los cabellos de mi alma.
Entonces pego bofetadas a conciencias muertas, y llueve en mi. Llueve la rabia sobre mi.
Cuelgo el alma en el tendedero, vuelvo a reirme.
¿Se llamaba soledad? Ahora sé por qué le puse ese nombre: fue parte del proceso evolutivo de un corazón asustadizo de una niña de cristal.
Se sigue llamando soledad, noche tras noche.

domingo, 28 de marzo de 2010


Como quien escapa a través de las páginas de una novela porque aquellos a quienes necesitamos amar son sólo sombras que viven en el alma de un extraño.

domingo, 14 de marzo de 2010

Papel secante.



Y en mi corazón no busques nunca una razón. Sólo sé vivir siempre fuera de control. Acompáñame si quieres hacer que me sienta bien. Y ponte del revés si quieres hacer que te sienta bien.

viernes, 26 de febrero de 2010

Fragmentos de insomnio de cualquier noche.




[...] pero el tiempo y la distancia habían enfriado sus manos. Sus caricias eran forzadas. Su voz sonaba lejana. Ya no me miraba como antes; ya no me miraba. Dirigió su mirada hacia un horizonte infinito, sin expresión, sin ganas. Yo me limité a sonreírle con cariño, como si no me hubiese percatado de que ya no me quería; de que ya no me deseaba. Tras varios minutos en silencio y con miles de recuerdos junto a él, le abracé.
- Te echaré de menos -susurró.
Supe que mentía.

Nadie dijo lo contrario nunca...





La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan, Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso, luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la cause de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes. Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios.

P.D.: Y yo le digo What the fuck.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Querido Iván:


Esta es la última vez que me dirijo a ti. Es lo último que te queda de mí. Me marcho, Iván. No quiero que me busques. Ni que me pienses. Tampoco me recuerdes. No intentes dar conmigo, porque ni yo misma sabré hacerlo. Ni yo misma sé a dónde iré mañana. Sólo sé que me voy lejos de aquí. Lejos de ti y de mí. Lejos de nosotros.
Lejos de esta ciudad, del ruido, del humo de los coches. Lejos de tanta hipocresía; de gente conocida.
Iván, yo me marcho a pasar desapercibida. Me marcho tan lejos que nadie me conozca. Me marcho adonde los caracoles son felices incluso cuando no llueve. Adonde la música es capaz de hacer que los dedos del poeta se deslicen por el teclado de un ordenador a las cinco de la mañana. Adonde las bombas son sólo Donuts rellenos de chocolate.
Yo me marcho a olvidar tu nombre, Iván. Me marcho a gritar que te odio tanto que no puedo dejar de quererte. Me marcho a andar sobre cristales rotos hasta que me sangren tanto los pies que el corazón deje de dolerme. Me marcho a reparar todo lo que estropeaste.
Me marcho a que me eches de menos, Iván. A que te duela lo que has perdido. Me marcho a que mi ausencia atormente tus noches.
Iván, yo me marcho a que mis manos acaricien rostros anónimos. A que mi cuerpo reciba calores ajenos. Me marcho, Iván, a que mis dedos recorran otras pieles. Me marcho a jugar con otras vidas; con otros seres.
Me marcho sin dinero a fingir que les quiero.

Sinceramente y, cada día menos, tuya:
Yo.

A 'Iván', que tanto daño me ha hecho sin saberlo.

miércoles, 10 de febrero de 2010




- ¿Dónde están los hombres? -preguntó con cortesía el principito.
La flor había visto un día pasar una caravana.
-¿Los hombres? Debe de haber seis o siete. Los vi hace años. Pero nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. No tienen raíces, y eso los fastidia mucho.

miércoles, 3 de febrero de 2010



Más vale permanecer callada y parecer tonta, que abrir la boca... y que te entren moscas.

lunes, 1 de febrero de 2010

Eres droga.



Dañina y placentera.
Muerte pausada y activa.
Ácida; adictiva.
¿Te duele matar? Más me duele que no lo hagas.
Mi alma abandona en busca de tu aroma.

Me alejo. Me engancho.
Me elevo. Remato.

Controlas mi mente.
Los días sin ti sólo son noches.
Yo duermo en los coches.
Dosifiquemos.
Aumento la dosis y vuelo.
Me encantas ¿lo sientes?
Me inyectas, me dueles.
Eres mi droga.
Mi vida y mi muerte.

domingo, 31 de enero de 2010

No hay nada mejor que.


Sentir calor cuando todos tienen frío.

Sentir la manera en que el suave viento de la madrugada de un domingo te azota en la cara mientras regresas de camino a casa por las estrechas calles de tu barrio.

Oír el ritmo de tus pasos marcado por tus tacones.

Pensar que estarás despertando a todo el vecindario.

Quedarse con cara de gilipollas cuando vas a saludar a alguien que te gira la cara.

Pensarte besando mi frente.

Escuchar cómo la voz de Bunbury te acompaña.

El Vodka a palo seco.

Los zumos de piña Hacendado a las 6 de la mañana.

Sonreír al recordarte.

Una película mala en buena compañía.

Darte cuenta de que todo ha cambiado.

Una cerveza caliente.

Disimular un chupetón en algún sitio vistoso.

Sentir peligro cuando todo está en calma.

Recordar tus caricias sobre mi espalda.

Un miércoles de resaca.

Necesitar un abrazo.

Estés lejos.

Creer que cada vez más te voy olvidando.

Sentir dolor de pies tras una larga noche.

Alejarte cuando te van a besar y observar la cara de idiota que se le queda al otro.

Volver borracha a casa y escribir desnuda sobre la cama.

Y si lo hubiera, yo te juro que prefiero esto.

viernes, 29 de enero de 2010

Yo ti porto en el cuore...



Para mantener incandescente el pecho
, por esta vez lo pensaré mejor. No todas las respuestas flotan en el viento, no. Los tiempos no cambiarán... Será que creo en lo que veo. Pero creo que aunque pase un siglo sin saber de ti, y aunque al volver seas un extraño para todos y nadie recuerde ya tu nombre..., no me importa. Yo ti porto en el cuore. Yo te llevo en el corazón.

Me sobra el aire.


Existen personas, que en el momento en que entran en nuestra vida, ya están destinadas a salir de ella.

Santo Tomás de Aquino hay Dios que la cueza....


Ingredientes:
Vino, azúcar, cocacola, mora y muchas ganas de beberme la vida en tan sólo un par de horas.
¿El resultado?
Pérdida de noción del tiempo. Desinterés por lo importante. Felicidad infinita. Barriga inchada. Meadas varias. Risas abundantes. Baños de alcohol. Nombramientos de personajes históricos, tales como: Juana la Beltraneja -que no María, como algun@s han dicho... Y ESCRITO CON PERMANENTE-, María Tudor -que a saber quién será la pobre mujer..., de dónde habrá sacado ese bello apellido..., o cómo será su cara por las mañanas... Pero no sufro, porque este fin de semana, tengo que saber quién es, si o si-. Tiradas al césped. Piropos a un inglés. Piropos EN inglés. Insultos en inglés. Insultos a un inglés. Insultos a un cubano. Piropos a un cubano...BUENO, piropos a mucha gente, que con el alcohol...ya se sabe. E insultos también. Que para algo está el alcohol, hombre...

En definitiva..., una matada de neuronas impresionante que me he permitido el lujo de perder. Y PUNTO.



P.D.: He me aquí. La chica que prometió dejar de beber después de navidad.

miércoles, 27 de enero de 2010






-Aprender a odiar con cada centímetro de la piel, con cada célula del cuerpo, con cada micra del alma. Aprender a odiar desconectando la sensibilidad, la empatía.
Odiar cada paso que des; cada cosa que digas. Odiar cada cosa que pienses; cada vez que respires. Odiar el recuerdo. Odiar tu existencia. Odiar conocerte.
Eso es lo que quiero. ¿Te basta? Podría seguir si...

· "Es suificiente. ¿Serás capaz de odiarme?"

- "No me subestimes."

Echar(te) de m(i mente)enos.





[...]

- ¿Sabes? Le echo de menos.
- ¿Ya no tenéis ningún tipo de relación?
- Ninguna. Ni si quiera amistad.
- Si vuelves a la carga, lo acabarás pasando peor...
- No estoy diciendo que quiera volver a la carga. Sólo lo echo de menos.
- Con el tiempo te acostumbras...
- ¿Acostumbrarse a echar de menos a alguien? Yo no quiero acostumbrarme a algo tan feo.
- Es lo que toca cuando no tienes lo que quieres...
- Creo que es más simple que no tener a alguien que quieres. Es echar de menos a un amigo.
- Si crees que vas a poder ser sólo su amiga, intenta no perderlo...
- Pero si ya lo he perdido...
- Nunca es tarde para recuperar lo perdido.
- A mi no me gusta volver sobre algo pasado.
- Sabrás que echar de menos es volver al pasado...





Que ya no recuerdo el momento en que te dije por última vez que el cielo se está abriendo. Y se abre bajo tus pies, y quiero que vengas conmigo a cualquier otra parte....

Fragmentos de insomnio.





[...] Había empleado horas y horas en ordenar lo inordenable, y no había conseguido otra cosa que desordenarlo aún más. Así que le dije:
-"Vete. Vete y llévatelo todo: mi razón, mi corazón. Llévate contigo".

Untitle.




Ódiame mucho.
Agarra mi mano.
Cierra los ojos.
Llévame lejos.
Déjame sola.
Llora conmigo.
Huye como sólo tú sabes hacerlo.
Sálvame.
Dame un abrazo.
Escucha mi risa.
Durmámonos juntos.
Olvida mi nombre.
Ven a mi cama.
Imagina que existo.
Besa mis labios.
Enséñame de noche el cielo.
Sé poesía.
Escribe en mi cuerpo.
Abre la puerta.
Pregúntame eso.
Quédate dentro.
Invítame al cine.
Tírame al suelo.
Acaricia mi pelo.
Susúrrame al oído Te quiero.
Bórrate de mis recuerdos.
Enséñame el mundo.
No seas nadie.
Deséalo todo.
Trátame como si jamás me hubieses hablado.
Prométeme la vida.
Regálame un infierno.
Invéntate excusas.
Suspira sin miedo.
Jódeme un rato.
Tenme respeto.
Róbame todo.
Miénteme un poco.
Veamos el amanecer en tu tejado.
Drógueme tu aliento.
Vayamos a la playa.
Hagámoslo lento.
Aviva la llama.
Enciende mi fuego.

martes, 26 de enero de 2010

La vida es sueño.

Con cada vez que te veo, nueva admiración me das, y cuanto más te miro, aún más mirarte deseo.
Ojos hipódricos creo que mis ojos deben ser, pues cuando es muerte el beber, beben más, y desta suerte, viendo que el ver me da muerte, estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera; que no sé, rendida ya, si el verte muerte me da, el no verte qué me diera.

Báilame el agua.





Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de tu jardín secreto.
Sácame de quicio.
Hazme sufrir.
Ponme a secar como un trapo mojado.
Lléname de vida. Líbrame de mi estigma.
Llámame tonta.
Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora.
No me arrastres,no me asustes.
Vete lejos,pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Toca mis ojos.
Nota la textura del calor.
¿Por cuánto te vendes?
Píllate los dedos.
Deja que te invite a un café,caliente,claro.
Y sin azúcar... sin aliento.










- Y de repente, sin saber cómo, ni por qué, te das cuenta de que es la única persona que gira en torno a ti. Y ya eres incapaz de imaginar tu vida sin él.
Y como por arte de magia dejan de importar las veces que te falló; el daño que te hizo. Y olvidas las noches que no dormiste llorando porque todo había cambiado; o los días que preferías desaprovechar en la cama sin saber nada del mundo. Entonces, piensas que todos merecemos otra oportunidad, y -para ti- él, más que nadie.

Entonces, tú y tu visión del mundo cambiáis. Y dejas de de ser tú misma, para ser una parte de él. ¿Entiendes?

Y sabes que tienes que olvidarle, porque es imposible que vuelva a salir bien. Pero no puedes porque le echas de menos constantemente. No puedes evitar pens...

- Le quieres mucho, ¿eh?.

- Eso me temo.

Llévame a Florencia... a tomar café.

lunes, 25 de enero de 2010

.




Cuando era pequeña estuve meses y meses deseando que mis padres me regalaran un patinete. La verdad es que nunca supe -quizá porque nunca me lo planteé, ni me detuve a pensarlo- por qué lo ansiaba tanto, por qué quería tenerlo. Supongo que porque todo el mundo lo tenía. Porque era la moda. Porque no quería ser la única sin patinete.
Tras meses y meses de insistencia, conseguí el patinete. Y cuando lo tuve dejé de desearlo. Lo deseché poco tiempo después. Creo que lo usé un par de veces o tres. Digamos que lo quise cuando no lo tenía, y cuando lo conseguí dejé de quererlo.

Y en cierto modo eso ocurre siempre con todo. Así que, creo que de alguna forma nunca dejaré de querer poseerte. Y no porque te desee –ni mucho menos-, sino porque cuando te deseé no logré alcanzarte. Al igual que estoy segura de que si te hubiera conseguido, habría dejado de quererte.

9ª Sinfonía para maldecir.






Así que, una vez más volví a caer. A pensarte, y por consiguiente a maldecirte.

Como cada mañana el despertador había sonado por primera vez a las siete; por segunda vez a las siete y cinco; por tercera, a las y diez; por cuarta, a las y cuarto; y así cada cinco minutos, hasta las ocho. Todavía recuerdo lo mucho que te molestaba que hiciera eso. Estar una hora apagando el despertador cada cinco minutos te parecía la mayor estupidez del mundo. Y así era: la mayor estupidez del mundo, para la mayor estúpida del mundo.
Cansada ya de escuchar la misma melodía -9ª Sinfonía de Ludwig Van Beethoven- cada cinco minutos durante una agonizante hora, decidí dirigirme hacia la cocina.

Genial. El café se había acabado. Pero qué coño…, en realidad nadie lo había preparado. Y cuando digo nadie digo yo. Quién si no iba a prepararlo…
No sé por qué me irrité al ver la cafetera vacía y sucia del café anterior. Era una irritación un tanto extraña, mezclada con tristeza.
Tal vez me veía demasiado reflejada en aquella maloliente cafetera: Vacía y sucia de la noche anterior. Aquella madrugada había llegado a las 5.30, mis vaqueros desprendían un fuerte olor a cerveza –de alguien, supongo, que la había derramado, o quizás había sido yo misma- y mi pelo olía tanto a marihuana que podía colocarme con tan sólo inspirarlo. No recordaba mucho más, tan sólo que había conocido a unos chicos que habían intentado hacerse los simpáticos, a los cuales había asustado con mi peculiar simpatía. Tú me entiendes. También recuerdo que Sofía se había cabreado: mi peculiar simpatía había espantado al que –según ella- era el amor de su vida. Y ya ves tú, lo acababa de conocer… “Será por tíos” Le había dicho, y antes de acabar la frase ya me había arrepentido. Yo también sabía lo que era “encapricharse” de alguien en concreto.

En mi cabeza seguía sonando la 9ª Sinfonía. Te maldije. Te maldije por haberme enseñado aquella canción. Tranquilo, los dos sabemos que ni tú me habías enseñado la canción, ni yo te estaba maldiciendo realmente, pero llevaba ya más de media hora despierta y aún no te había odiado, como me había propuesto el día que me dejaste. Tenía que buscar una excusa, y Beethoven, por primera vez en la vida –si Beethoven supiera…- me había dado la solución.

Empecé a preguntarme qué narices hacía despierta tan temprano, si tan sólo hacía dos horas y pico que me había acostado. ¡Ah! Si…, el despertador. El maldito despertador del móvil, con la maldita sinfonía que no paraba de retumbar en mi cabeza. Era mortificante. Como si por mis venas en vez de sangre discurrieran sinfonías de Beethoven constantemente. Como si en mi cabeza sólo hubiese una sinfonía… La que “tú me habías enseñado”.
¿Ves? A la misma vez que buscaba una excusa para odiarte, no estaba sino buscándola para pensar en ti y recordarte.

La imagen que daba aquella mañana era demasiado patética. Tendrías que haberme visto: Sentada en esa vieja silla de la cocina, -la que tenía la parte trasera izquierda más corta que su contigua, ¿la recuerdas? Esa que tanto detestabas. La que tan incómoda te resultaba- con tu vieja camiseta negra –a modo de pijama improvisado- que te había robado hacía un par de años. Cafetera en mano y mirada fija en ninguna parte…
Sinceramente, lo único que estaba haciendo era pensarte, y por consiguiente, maldecirte.

Cielo santo...

La verdad es que no sé exactamente por qué he creado este Blog. Supongo que mi vicio a Internet y a la escritura -combinados con las pocas ganas de estudiar, y eso que estamos en época de exámenes- han provocado que me meta en blogspot, y cree esta especie de bomba, la cual, estoy segura, va a hacer que pierda el tiempo mucho más de lo que ya lo pierdo. Si.., era justo lo que me faltaba. ¡Crear un blog!
En fin, ya iré escribiendo -y desahogándome- conforme vaya pillándole el truco a esto. Aunque tampoco hay mucho que pillar..., sólo hay que saber escribir. Y de momento, creo que de eso sé algo.
Hasta otra, espero.