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martes, 19 de octubre de 2010

A cualquier otra parte.

Hoy va a ser un día como cualquier otro: saldrá el sol o, tal vez, no. Algunos saldrán a la calle a disfrutar de este insignificante domingo; otros, permanecerán en casa, encerrados entre cuatro paredes, pensando acerca de absurdeces que sólo los humanos son capaces de pensar. Va a ser un día más en nuestras vidas. Un día que llegará y pasará. Nadie pensará en él dentro de unas semanas.
Pero yo quiero que tú recuerdes este día como el día en que morí para acabar con la rutina. Prefiero no pensar que va a ser mi último día, porque es triste recordar un domingo soleado -o no-, como el día en que morí; por tanto, no voy a actuar diferente. Cuando nos veamos, no te voy a besar con más ganas. Apoyaré, como siempre, mi cabeza sobre tu pecho, para escuchar por última vez, sin que lo sepas, tu corazón. Después, acariciaré tu nariz y te besaré delicadamente, para más tarde, mirándote fíjamente a los ojos, sonreír y jurar quererte sobre todas las cosas; pero, tal vez te mienta un poco. Y con esa frase, cargada de verdad, dolor, rabia y mentira, me iré de tu vida para siempre. No tengo miedo. Quizás, lo que más me entristezca es saber que algunos días me echarás de menos, especialmente los días pares, y también cuando llueva. Pero no importa; yo quiero esto: que me pienses, que me extrañes y que te duela. Que nunca olvides este día. Que lo recuerdes como el día en que mi corazón, o los pedazos que dejaste de él, reunió las fuerzas suficientes para dejarte por todo el daño causado. Es probable que esta carta te haga querer odiarme, pero me quieres tanto que serás incapaz de hacerlo; y eso, créeme, me tranquiliza.

lunes, 11 de octubre de 2010

Donde el corazón te lleve.

Cuando tú también experimentes el amor por primera vez, entenderás qué variados y cómicos pueden ser sus efectos. Mientras no estás enamorada, mientras tu corazón es libre y tu mirada no es de nadie, entre todos los hombres que podrían interesarte ni uno solo se digna a prestarte atención; después, en el momento en que te sientes atrapada por una única persona y no te importan los demás absolutamente nada, todos te persiguen, pronuncian dulces palabras, te galantean. Es el efecto de las ventanas que antes te mencioné: cuando están abiertas, el cuerpo da al alma una gran luz e igualmente el alma al cuerpo, con un sistema de espejos que se iluminan entre sí. En breve se forma a tu alrededor una especie de halo dorado y cálido, y ese halo atrae a los hombres como la miel atrae a los osos.

Donde el corazón te lleve.

Pero ¿ves?, en realidad las cosas nunca son tan simples, nunca son blancas o negras, cada tinte lleva consigo muchos matices diferentes.

lunes, 4 de octubre de 2010

Sin corteza.

Cuando el insomnio te visita y el estómago te advierte de que, quizás, aquellas espinacas no fueron suficientes; cuando los basureros dejan tu calle llena de mierda; cuando, acostada, las ideas se agolpan en tu cabeza, y crees que tus dedos podrían deslizarse a tientas por un teclado expresando cómo te sientes; cuando tienes frío y hace calor; cuando todos duermen y tu les envidias; cuando te das cuenta de que tu vida no es como la imaginaste; cuando te sientes perdida ante tantos caminos; cuando le echas de menos y quieres tocarle; cuando quieres tenerlo todo tan claro que lo único que haces es confundirte; cuando piensas "esta mortadela está jodidamente salada"; cuando el tiempo pasa y todo te parece tan inútil...; cuando ser universitario no mola tanto como decían; cuando encima de tu mesa hay una caja de cartón, un sujetador azul y un libro; cuando nunca es suficiente, pero siempre es demasiado; cuando todo lo que haces está mal; cuando crees que algo no es justo que te ocurra; cuando creen que pasas de todo, pero la única realidad es que todo te importa demasiado; cuando estás tan lejos de cualquier cosa y la extrañas, lo único que te queda pensar es que tal vez mañana no tengas insomnio, ni hambre, ni tu mortadela esté salada; ni le eches de menos y puedas tocarle, mientras le das el último bocado a tu sandwich sin corteza.