Vistas de página en total

domingo, 31 de enero de 2010

No hay nada mejor que.


Sentir calor cuando todos tienen frío.

Sentir la manera en que el suave viento de la madrugada de un domingo te azota en la cara mientras regresas de camino a casa por las estrechas calles de tu barrio.

Oír el ritmo de tus pasos marcado por tus tacones.

Pensar que estarás despertando a todo el vecindario.

Quedarse con cara de gilipollas cuando vas a saludar a alguien que te gira la cara.

Pensarte besando mi frente.

Escuchar cómo la voz de Bunbury te acompaña.

El Vodka a palo seco.

Los zumos de piña Hacendado a las 6 de la mañana.

Sonreír al recordarte.

Una película mala en buena compañía.

Darte cuenta de que todo ha cambiado.

Una cerveza caliente.

Disimular un chupetón en algún sitio vistoso.

Sentir peligro cuando todo está en calma.

Recordar tus caricias sobre mi espalda.

Un miércoles de resaca.

Necesitar un abrazo.

Estés lejos.

Creer que cada vez más te voy olvidando.

Sentir dolor de pies tras una larga noche.

Alejarte cuando te van a besar y observar la cara de idiota que se le queda al otro.

Volver borracha a casa y escribir desnuda sobre la cama.

Y si lo hubiera, yo te juro que prefiero esto.

viernes, 29 de enero de 2010

Yo ti porto en el cuore...



Para mantener incandescente el pecho
, por esta vez lo pensaré mejor. No todas las respuestas flotan en el viento, no. Los tiempos no cambiarán... Será que creo en lo que veo. Pero creo que aunque pase un siglo sin saber de ti, y aunque al volver seas un extraño para todos y nadie recuerde ya tu nombre..., no me importa. Yo ti porto en el cuore. Yo te llevo en el corazón.

Me sobra el aire.


Existen personas, que en el momento en que entran en nuestra vida, ya están destinadas a salir de ella.

Santo Tomás de Aquino hay Dios que la cueza....


Ingredientes:
Vino, azúcar, cocacola, mora y muchas ganas de beberme la vida en tan sólo un par de horas.
¿El resultado?
Pérdida de noción del tiempo. Desinterés por lo importante. Felicidad infinita. Barriga inchada. Meadas varias. Risas abundantes. Baños de alcohol. Nombramientos de personajes históricos, tales como: Juana la Beltraneja -que no María, como algun@s han dicho... Y ESCRITO CON PERMANENTE-, María Tudor -que a saber quién será la pobre mujer..., de dónde habrá sacado ese bello apellido..., o cómo será su cara por las mañanas... Pero no sufro, porque este fin de semana, tengo que saber quién es, si o si-. Tiradas al césped. Piropos a un inglés. Piropos EN inglés. Insultos en inglés. Insultos a un inglés. Insultos a un cubano. Piropos a un cubano...BUENO, piropos a mucha gente, que con el alcohol...ya se sabe. E insultos también. Que para algo está el alcohol, hombre...

En definitiva..., una matada de neuronas impresionante que me he permitido el lujo de perder. Y PUNTO.



P.D.: He me aquí. La chica que prometió dejar de beber después de navidad.

miércoles, 27 de enero de 2010






-Aprender a odiar con cada centímetro de la piel, con cada célula del cuerpo, con cada micra del alma. Aprender a odiar desconectando la sensibilidad, la empatía.
Odiar cada paso que des; cada cosa que digas. Odiar cada cosa que pienses; cada vez que respires. Odiar el recuerdo. Odiar tu existencia. Odiar conocerte.
Eso es lo que quiero. ¿Te basta? Podría seguir si...

· "Es suificiente. ¿Serás capaz de odiarme?"

- "No me subestimes."

Echar(te) de m(i mente)enos.





[...]

- ¿Sabes? Le echo de menos.
- ¿Ya no tenéis ningún tipo de relación?
- Ninguna. Ni si quiera amistad.
- Si vuelves a la carga, lo acabarás pasando peor...
- No estoy diciendo que quiera volver a la carga. Sólo lo echo de menos.
- Con el tiempo te acostumbras...
- ¿Acostumbrarse a echar de menos a alguien? Yo no quiero acostumbrarme a algo tan feo.
- Es lo que toca cuando no tienes lo que quieres...
- Creo que es más simple que no tener a alguien que quieres. Es echar de menos a un amigo.
- Si crees que vas a poder ser sólo su amiga, intenta no perderlo...
- Pero si ya lo he perdido...
- Nunca es tarde para recuperar lo perdido.
- A mi no me gusta volver sobre algo pasado.
- Sabrás que echar de menos es volver al pasado...





Que ya no recuerdo el momento en que te dije por última vez que el cielo se está abriendo. Y se abre bajo tus pies, y quiero que vengas conmigo a cualquier otra parte....

Fragmentos de insomnio.





[...] Había empleado horas y horas en ordenar lo inordenable, y no había conseguido otra cosa que desordenarlo aún más. Así que le dije:
-"Vete. Vete y llévatelo todo: mi razón, mi corazón. Llévate contigo".

Untitle.




Ódiame mucho.
Agarra mi mano.
Cierra los ojos.
Llévame lejos.
Déjame sola.
Llora conmigo.
Huye como sólo tú sabes hacerlo.
Sálvame.
Dame un abrazo.
Escucha mi risa.
Durmámonos juntos.
Olvida mi nombre.
Ven a mi cama.
Imagina que existo.
Besa mis labios.
Enséñame de noche el cielo.
Sé poesía.
Escribe en mi cuerpo.
Abre la puerta.
Pregúntame eso.
Quédate dentro.
Invítame al cine.
Tírame al suelo.
Acaricia mi pelo.
Susúrrame al oído Te quiero.
Bórrate de mis recuerdos.
Enséñame el mundo.
No seas nadie.
Deséalo todo.
Trátame como si jamás me hubieses hablado.
Prométeme la vida.
Regálame un infierno.
Invéntate excusas.
Suspira sin miedo.
Jódeme un rato.
Tenme respeto.
Róbame todo.
Miénteme un poco.
Veamos el amanecer en tu tejado.
Drógueme tu aliento.
Vayamos a la playa.
Hagámoslo lento.
Aviva la llama.
Enciende mi fuego.

martes, 26 de enero de 2010

La vida es sueño.

Con cada vez que te veo, nueva admiración me das, y cuanto más te miro, aún más mirarte deseo.
Ojos hipódricos creo que mis ojos deben ser, pues cuando es muerte el beber, beben más, y desta suerte, viendo que el ver me da muerte, estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera; que no sé, rendida ya, si el verte muerte me da, el no verte qué me diera.

Báilame el agua.





Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de tu jardín secreto.
Sácame de quicio.
Hazme sufrir.
Ponme a secar como un trapo mojado.
Lléname de vida. Líbrame de mi estigma.
Llámame tonta.
Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora.
No me arrastres,no me asustes.
Vete lejos,pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Toca mis ojos.
Nota la textura del calor.
¿Por cuánto te vendes?
Píllate los dedos.
Deja que te invite a un café,caliente,claro.
Y sin azúcar... sin aliento.










- Y de repente, sin saber cómo, ni por qué, te das cuenta de que es la única persona que gira en torno a ti. Y ya eres incapaz de imaginar tu vida sin él.
Y como por arte de magia dejan de importar las veces que te falló; el daño que te hizo. Y olvidas las noches que no dormiste llorando porque todo había cambiado; o los días que preferías desaprovechar en la cama sin saber nada del mundo. Entonces, piensas que todos merecemos otra oportunidad, y -para ti- él, más que nadie.

Entonces, tú y tu visión del mundo cambiáis. Y dejas de de ser tú misma, para ser una parte de él. ¿Entiendes?

Y sabes que tienes que olvidarle, porque es imposible que vuelva a salir bien. Pero no puedes porque le echas de menos constantemente. No puedes evitar pens...

- Le quieres mucho, ¿eh?.

- Eso me temo.

Llévame a Florencia... a tomar café.

lunes, 25 de enero de 2010

.




Cuando era pequeña estuve meses y meses deseando que mis padres me regalaran un patinete. La verdad es que nunca supe -quizá porque nunca me lo planteé, ni me detuve a pensarlo- por qué lo ansiaba tanto, por qué quería tenerlo. Supongo que porque todo el mundo lo tenía. Porque era la moda. Porque no quería ser la única sin patinete.
Tras meses y meses de insistencia, conseguí el patinete. Y cuando lo tuve dejé de desearlo. Lo deseché poco tiempo después. Creo que lo usé un par de veces o tres. Digamos que lo quise cuando no lo tenía, y cuando lo conseguí dejé de quererlo.

Y en cierto modo eso ocurre siempre con todo. Así que, creo que de alguna forma nunca dejaré de querer poseerte. Y no porque te desee –ni mucho menos-, sino porque cuando te deseé no logré alcanzarte. Al igual que estoy segura de que si te hubiera conseguido, habría dejado de quererte.

9ª Sinfonía para maldecir.






Así que, una vez más volví a caer. A pensarte, y por consiguiente a maldecirte.

Como cada mañana el despertador había sonado por primera vez a las siete; por segunda vez a las siete y cinco; por tercera, a las y diez; por cuarta, a las y cuarto; y así cada cinco minutos, hasta las ocho. Todavía recuerdo lo mucho que te molestaba que hiciera eso. Estar una hora apagando el despertador cada cinco minutos te parecía la mayor estupidez del mundo. Y así era: la mayor estupidez del mundo, para la mayor estúpida del mundo.
Cansada ya de escuchar la misma melodía -9ª Sinfonía de Ludwig Van Beethoven- cada cinco minutos durante una agonizante hora, decidí dirigirme hacia la cocina.

Genial. El café se había acabado. Pero qué coño…, en realidad nadie lo había preparado. Y cuando digo nadie digo yo. Quién si no iba a prepararlo…
No sé por qué me irrité al ver la cafetera vacía y sucia del café anterior. Era una irritación un tanto extraña, mezclada con tristeza.
Tal vez me veía demasiado reflejada en aquella maloliente cafetera: Vacía y sucia de la noche anterior. Aquella madrugada había llegado a las 5.30, mis vaqueros desprendían un fuerte olor a cerveza –de alguien, supongo, que la había derramado, o quizás había sido yo misma- y mi pelo olía tanto a marihuana que podía colocarme con tan sólo inspirarlo. No recordaba mucho más, tan sólo que había conocido a unos chicos que habían intentado hacerse los simpáticos, a los cuales había asustado con mi peculiar simpatía. Tú me entiendes. También recuerdo que Sofía se había cabreado: mi peculiar simpatía había espantado al que –según ella- era el amor de su vida. Y ya ves tú, lo acababa de conocer… “Será por tíos” Le había dicho, y antes de acabar la frase ya me había arrepentido. Yo también sabía lo que era “encapricharse” de alguien en concreto.

En mi cabeza seguía sonando la 9ª Sinfonía. Te maldije. Te maldije por haberme enseñado aquella canción. Tranquilo, los dos sabemos que ni tú me habías enseñado la canción, ni yo te estaba maldiciendo realmente, pero llevaba ya más de media hora despierta y aún no te había odiado, como me había propuesto el día que me dejaste. Tenía que buscar una excusa, y Beethoven, por primera vez en la vida –si Beethoven supiera…- me había dado la solución.

Empecé a preguntarme qué narices hacía despierta tan temprano, si tan sólo hacía dos horas y pico que me había acostado. ¡Ah! Si…, el despertador. El maldito despertador del móvil, con la maldita sinfonía que no paraba de retumbar en mi cabeza. Era mortificante. Como si por mis venas en vez de sangre discurrieran sinfonías de Beethoven constantemente. Como si en mi cabeza sólo hubiese una sinfonía… La que “tú me habías enseñado”.
¿Ves? A la misma vez que buscaba una excusa para odiarte, no estaba sino buscándola para pensar en ti y recordarte.

La imagen que daba aquella mañana era demasiado patética. Tendrías que haberme visto: Sentada en esa vieja silla de la cocina, -la que tenía la parte trasera izquierda más corta que su contigua, ¿la recuerdas? Esa que tanto detestabas. La que tan incómoda te resultaba- con tu vieja camiseta negra –a modo de pijama improvisado- que te había robado hacía un par de años. Cafetera en mano y mirada fija en ninguna parte…
Sinceramente, lo único que estaba haciendo era pensarte, y por consiguiente, maldecirte.

Cielo santo...

La verdad es que no sé exactamente por qué he creado este Blog. Supongo que mi vicio a Internet y a la escritura -combinados con las pocas ganas de estudiar, y eso que estamos en época de exámenes- han provocado que me meta en blogspot, y cree esta especie de bomba, la cual, estoy segura, va a hacer que pierda el tiempo mucho más de lo que ya lo pierdo. Si.., era justo lo que me faltaba. ¡Crear un blog!
En fin, ya iré escribiendo -y desahogándome- conforme vaya pillándole el truco a esto. Aunque tampoco hay mucho que pillar..., sólo hay que saber escribir. Y de momento, creo que de eso sé algo.
Hasta otra, espero.