Vistas de página en total

miércoles, 21 de abril de 2010

Diario de...

No. No preguntes por qué. No esperes una explicación lógica, porque aún no he inventado nada lo suficientemente convincente como para que no creas que estoy loca -aunque sinceramente, que lo pienses o no, que lo creas, o lo afirmes, me deja dormir igualmente-. Tal vez sea una forma de huir de aquí, o de allí. Huir de algún lugar en el que me siento prisionera de mí misma. Sí, quizás sea esa la razón, probablemente quiera huir de mí a ningún otro lugar. Tal vez, porque me gusta la sensación que me provoca el oxigeno penetrando en mis pulmones sin ningún peso que los oprima e impida mi respiración, o tal vez -quién sabe ya a estas alturas-, la deteste. Porque cuando lo hago mi respiración se entrecorta, se oprimen mis pulmones por la posición que adopto. Me voy ahogando lentamente, se me nubla la vista y mi cara se enrojece. A menudo suele salir de mis ojos un liquido amargo y salado -creo que las soléis llamar lágrimas, ¿no?-, pero no sufro porque me evado y olvido. Lo olvido todo, escucha, todo. Me quedo ciega, sorda, muda. No siento. No soy. Desaparezco por unos instantes. Sé de quienes para ellos esto sería morir. Pero yo renazco, ¿sabes? Me lanzo a un vacío que me abraza y acoge. No me culpes de sentirme bien agonizando, porque yo no elegí esto.
Pero por suerte para algunos, comienzo a respirar de nuevo y el mundo va apareciendo otra vez bajo mis pies; y volviendo en mí salgo y te sonrío como si nada hubiera pasado. Y tú, tan ingenuo como siempre, me sonríes, creyendo una vez más que nada ha ocurrido

No hay comentarios:

Publicar un comentario