Estás ahí. Callado, ausente, pensando, tal vez. Distante, frío. Con otra vida. Con otros labios. Codeándote con otros brazos y abrazos. Inventándote nombres. Borrando las huellas. Quejándote del frío que hiela tus ideas. En silencio. Sonriendo, siempre. Encendiendo otras pieles. Y buscando.
Me buscas, a veces. Lo noto. A veces vienes, porque sabes que te estoy esperando. Porque de sobra -y por desgracia- sabes que cuando te digo que me voy para siempre, lo único que puedo sentir realmente es que jamás podré irme verdaderamente, y menos para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario