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viernes, 26 de febrero de 2010

Fragmentos de insomnio de cualquier noche.




[...] pero el tiempo y la distancia habían enfriado sus manos. Sus caricias eran forzadas. Su voz sonaba lejana. Ya no me miraba como antes; ya no me miraba. Dirigió su mirada hacia un horizonte infinito, sin expresión, sin ganas. Yo me limité a sonreírle con cariño, como si no me hubiese percatado de que ya no me quería; de que ya no me deseaba. Tras varios minutos en silencio y con miles de recuerdos junto a él, le abracé.
- Te echaré de menos -susurró.
Supe que mentía.

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